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Entrevista a Josep Maria Puente. Socio y director del Departamento Laboral de Morison ACPM

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Badalona (1963), Josep Maria Puente lleva más de 30 años dedicado al asesoramiento en materia laboral. En 1986 abrió su despacho en Badalona y desde hace 10 años está al frente del departamento laboral de Morison ACPM. Presidente de la Federación de Empresarios de Badalona y nombrado recientemente presidente del Área Laboral de Pimec, desgrana en esta conversación su visión de la empresa, de la relación entre la empresa y los trabajadores, así como de la importancia del asesoramiento laboral en el mundo empresarial actual.

De muy joven, con 10 años, después de la escuela, me enviaban los veranos al Pirineo de Lleida a pasar las vacaciones. Allí hacía de pastor de un rebaño de ovejas. Me levantaba por la mañana y me iba todo el día al monte. Volvía por la noche…

Ahora casi te meterían en prisión si dejas que un niño haga esas cosas…

Yo estaba encantado. Los tiempos han cambiado para todo y, en casi todo, para bien. Al final, la regulación del trabajo es algo que de alguna manera hemos acordado entre todos y debe responder al sentir de nuestra época.

Las experiencias infantiles y juveniles pueden marcar toda una vida…

Jugué en el equipo de básquet de mi ciudad natal, el Joventut de Badalona, de pequeño hasta juvenil, cuando se dieron cuenta de que mi altura no era la adecuada para este deporte. De hecho, nos descartaron a dos: a mí y a Jordi Villacampa, que después ha sido uno de los grandes ídolos de la historia del club y, actualmente, su presidente. Nosotros seguimos entrenando en otro club y al cabo de unos meses alguien del equipo se lesionó y volvieron a llamar a Villacampa. Allí se empezó a forjar su leyenda.

¿Sacas alguna conclusión de experiencias como esta?

Por un lado, están los problemas irresolubles. Si no tienes altura suficiente no puedes jugar a básquet de forma profesional. Búscate otro deporte. Por otro lado, si sufres un revés no irresoluble pero sigues creyendo en ti y trabajando con empeño e ilusión te puede llegar una segunda oportunidad. La suerte todavía te puede sonreír. Lo que le pasó a Villacampa.

Supongo que te buscaste otro deporte…

Por supuesto. Siempre he creído que la competición es muy sana y te impregna de valores que después son muy útiles y beneficiosos en tu vida personal y profesional. Como en las montañas del Pirineo íbamos todo el día esquiando, de pueblo en pueblo, de sitio en sitio, aprendí a esquiar bastante bien desde pequeño y durante un tiempo llegué a participar en competiciones internacionales, en la Copa del Mundo y en Campeonatos Europeos.

Eso sí que es competir…

Al final, el esquí ha sido mi deporte y el de toda mi familia (mis hijos también lo practican desde pequeños), pero también fui de los pioneros del windsurf de Badalona, cuando todavía se iba con tablas planas y participé también en Campeonatos de España…

Llevamos los primeros minutos de entrevista hablando de deporte…

Será porqué es algo importante. El esquí o el windsurf son deportes con los que te haces mayor, creces, maduras. Cuando estás arriba en la montaña a -20 grados, cuando te encuentras con una niebla que no ves más allá de la punta de tus botas… salir de esa experiencia sólo te puede ayudar a crecer y a hacerte más fuerte. Y en el mar, pasa lo mismo. Agua y viento. Son elementos muy poderosos que te condicionan y, como en la vida, tienes que intentar caer lo menos posible. Y cuando caes, volver a subir a la tabla, volver a levantar la vela y ¡¡¡adelante de nuevo!!!

¿Has caído muchas veces?

Yo he caído entre 2 y un millón de veces… Cada día es difícil. Pero la memoria la guardo para las cosas buenas, el disco duro es para las cosas bonitas: la familia, los hijos, el deporte y la gente a la que quieres.

¿Y el trabajo?

Incluso para mí, que soy un auténtico privilegiado, el trabajo es una obligación. Eso sí, te lo puedes pasar muy bien, hacer cosas muy interesantes y además estar rodeado de profesionales con los que sufrirás y te alegrarás, con los que vivirás todo tipo de experiencias, siempre enriquecedoras.

¿Cuándo empezaste a trabajar de verdad?

Yo empecé a trabajar a los 14 años. Mi padre tenía una agencia de seguros y me puse a aprender. A los 16 ya empecé a hacer un horario diario por las mañanas y a estudiar por la tarde. Iba a vender seguros, a puerta fría.

¿Qué aprendiste de tu primer trabajo?

Allí aprendí que puedes ser el mejor profesional del mundo, pero si no sabes transmitir el entusiasmo por tu actividad no te va a salir bien porque es indispensable para que la gente te dé más trabajo.

¿Dónde está el secreto?

Yo intento decirle al cliente aquello que quiere oír, que no es más que cómo voy a solucionarle su problema o cómo puedo ayudarle para que las cosas le vayan mejor. Solventar el problema del cliente y comunicárselo bien es vital. Y además hay que captar rápidamente la clave de sus dificultades, que a veces no son las que el cliente cree tener, sino que son otras… Y además de ser resolutivo hay que ser imaginativo, y un poco diferente…

¿En qué se diferencia Morison ACPM?

Tenemos una posición muy buena, pues contamos con una estructura completa para poder afrontar retos empresariales de envergadura, y a la vez mantenemos un tono muy cercano con el cliente y el servicio es más personalizado y más satisfactorio. Y eso pasa en todos nuestros departamentos, tanto de auditoría como de consultoría. La calidad de nuestro trabajo es excelente y no tenemos que envidiar a nadie.

¿Cómo ves el futuro de la firma?

En Morison ACPM vamos creciendo y siendo cada día mejores. Tenemos que ser capaces de explicar lo que hacemos. El futuro de nuestra empresa pasa por seguir posicionándonos en el mercado como una firma a la que referenciarla no suponga ningún riesgo. Que el cliente que nos escoge para ayudarle y darle consejo tenga claro que vamos a hacer un buen trabajo.

En el caso del departamento laboral, la relación con el cliente es muy intensa…

Tenemos muchos clientes que están con nosotros desde hace más de 25 años. El departamento laboral es uno de los pilares fundamentales de un despacho como el nuestro, que tiene su razón de ser en ofrecer unos servicios multidisciplinares a las empresas. Se trata con el cliente a diario pues, de igual modo que el departamento fiscal y tributario, es un área fundamental en el día a día de la empresa.

En el departamento laboral se trabaja ofreciendo un servicio recurrente (nóminas, liquidaciones, etc.) pero también ayudando a resolver conflictos y problemas laborales puntuales difíciles…

Sí. Ofrecemos un servicio total. Y es evidente que cuando tratamos un conflicto laboral el valor de nuestro asesoramiento es mucho mayor. Las relaciones laborales se dan en un marco que te puede gustar o no, pero es el que tenemos, con unas normas que se deben cumplir y a las que nos tenemos que ajustar. Ante un conflicto siempre hay que encontrar el punto medio en el que todas las partes se sientan cómodas.

No debe ser cosa fácil…

Siempre es complicado, pero nunca imposible. Ante un conflicto, lo primero es darse cuenta de si las personas que están enfrentando el problema son personas correctas, que defienden sus derechos con respeto. Hoy día las empresas funcionan de forma muy diferente a como lo hacían hace 50 años. Hay que tener una cosa clara: si rompemos un jarrón y se parte en mil pedazos, aunque después consigamos reconstruirlo, el jarrón resultante será más débil. Así que, siempre, la mejor opción es no romper el jarrón… Debemos generar marcos de entendimiento que sean agradables y provechosos para todas las partes.

¿Seguir manteniendo una actitud de equipo?

Desde el punto de vista de las personas, todos los colaboradores son piezas fundamentales para el éxito de una empresa. El número de familias que viven de ellas es importante, si un día éstas fracasan los perjudicados son muchos y si tienen éxito también nos beneficiamos todos… Hay que defender la empresa porque es la que nos da futuro y todos vivimos de ella.

Desde tu experiencia de ver tantos y tantos conflictos… ¿Cuáles crees que son las claves para gestionar un buen equipo?

Las claves de un buen equipo son, primero, que todos los integrantes se den cuenta, precisamente, de que son un equipo. Que se apoyen, que sean un núcleo duro, indestructible, que sepan reír y llorar como grupo. Yo intento no tomar nunca las decisiones solo y que el equipo no dependa de mí para tomar las decisiones, que sea autosuficiente… Prefiero enseñar a tomar buenas decisiones a ser siempre el que las toma por el equipo. Hay que seguir ese viejo proverbio de “No me des pescado, enséñame a pescar”. Y, sobre todo, mostrar tu compromiso, ser el primer comprometido. Y, para ello, tus colaboradores deben saber exactamente dónde estás, pues si no lo saben es que estás muerto o de parranda.

¿Cómo ves el futuro de la profesión?

Yo voy mucho rato en moto cada día, con la cabeza metida debajo del casco. Y pienso. Es lo que nos pasa a todos los que vamos en moto. Y claro, pienso mucho. Hay tendencias en el mundo laboral de las que no nos podemos sustraer y la tecnología y el software son herramientas básicas del futuro de la profesión. Con todo, las personas seguirán siendo el referente de un despacho. Porque en una persona es en quien puedes depositar la confianza. Eso es lo que da la tranquilidad y seguridad a los clientes de que haremos un buen trabajo.

Barcelona, junio de 2016 www.morisonacpm.com